La vida cristiana es un llamado divino a vivir en comunión con Dios, centrada en la obra redentora de Jesucristo, guiada por el Espíritu Santo y orientada a glorificar a Dios en todas las áreas de la existencia. Este llamado implica una transformación completa del ser humano que, por gracia, pasa de estar muerto en sus delitos y pecados a vivir para la gloria de Dios.
1. La vida cristiana comienza con el nuevo nacimiento
La vida cristiana no es simplemente una mejora moral o un cambio externo, sino una transformación radical que tiene su origen en el nuevo nacimiento. Jesús enseñó esta verdad fundamental cuando dijo:
"De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios" (Juan 3:3, RVR60).
Este nuevo nacimiento es obra del Espíritu Santo, quien regenera al creyente, otorgándole una nueva naturaleza que busca agradar a Dios (Tito 3:5). Juan Calvino, al hablar de la regeneración, expresó que "la fe es como una raíz viva que produce frutos de justicia, renovando todo el corazón".
2. Vivir en comunión con Cristo
La vida cristiana es fundamentalmente una relación con Jesucristo. Él mismo invitó a sus discípulos a permanecer en Él:
"Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer" (Juan 15:5, RVR60).
Para el cristiano, la comunión con Cristo es la fuente de su vida espiritual. Esta relación se cultiva a través de la oración, la lectura de la Palabra de Dios y la obediencia a sus mandamientos. Martín Lutero destacó que “vivir como cristiano es vivir en Cristo, en su justicia y en su obra, no en nosotros mismos”.
3. La santificación como proceso continuo
La vida cristiana implica un proceso de santificación, por el cual el creyente es moldeado para parecerse cada vez más a Cristo. Este proceso no es obra del hombre, sino de Dios, quien obra en el creyente tanto el querer como el hacer (Filipenses 2:13). La Biblia exhorta:
"Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor" (Hebreos 12:14, RVR60).
John Owen, uno de los grandes teólogos puritanos, afirmó que "la santificación no es otra cosa que el despliegue de la obra redentora de Cristo en nuestra vida diaria".
4. La vida cristiana está centrada en la cruz
La cruz de Cristo es el fundamento y el centro de la vida cristiana. Es en la cruz donde se encuentra el perdón de los pecados, la reconciliación con Dios y el poder para vivir una vida nueva. El apóstol Pablo declaró:
"Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí" (Gálatas 2:20, RVR60).
Para la tradición reformada, la cruz no solo es el medio de salvación, sino también el modelo de vida cristiana. John Piper dijo: "La vida cristiana es una vida de morir a nosotros mismos para vivir para Cristo y su gloria".
5. La vida cristiana es una vida en comunidad
El cristiano no vive aislado, sino en el contexto de la iglesia, el cuerpo de Cristo. Dios llama a los creyentes a la comunión con otros santos para la edificación mutua (Efesios 4:11-13). El apóstol Pablo escribió:
"Porque así como en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo" (Romanos 12:4-5, RVR60).
John Stott enfatizó que "la vida cristiana es inconcebible sin la iglesia; somos redimidos para pertenecer a una comunidad".
6. La vida cristiana tiene como meta glorificar a Dios
El propósito último de la vida cristiana es glorificar a Dios y disfrutar de Él para siempre. Este principio, capturado en el Catecismo Menor de Westminster, resuena con las palabras del apóstol Pablo:
"Ya sea que comáis o que bebáis, o hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios" (1 Corintios 10:31, RVR60).
R. C. Sproul afirmó que "la vida cristiana es la vida de aquellos que han sido llamados a reflejar la gloria de Dios en todo lo que hacen".
Conclusión
La vida cristiana es una jornada espiritual marcada por la gracia de Dios desde el principio hasta el final. Es un caminar diario con Cristo, transformados por su Palabra, guiados por su Espíritu y en comunión con su iglesia. La vida cristiana no se trata de perfección terrenal, sino de una dependencia constante en la obra redentora de Cristo. Como afirmó Agustín de Hipona: “Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón estará inquieto hasta que descanse en ti”.
Este artículo está fundamentado en las Escrituras y en los principios de la tradición reformada, y puede servir para inspirar a los lectores de tu blog a comprender y vivir plenamente la vida cristiana.