Este es un tema, sin duda, es uno de los ejes temáticos que nos
presenta la teología de Mateo.
Permítame primero contextualizar el fragmento de las bienaventuranzas,
dentro del contenido del primer discurso que registra Mateo, de los cinco
sermones que encontramos en su evangelio.
De tal manera; que el fragmento de las bienaventuranzas hace parte del
discurso conocido como el sermón del monte, bautizado así, por muchos teólogos
y biblistas.
No podemos perder de óptica que este discurso, ha sido en la historia una
herramienta de catequesis y al mismo tiempo influenciado en luchas sociales y
logros alcanzados como sucedió con Gandhi en la india en su revolución pacifica
y Martin Luther King, pastor pacifista y luchador por los derechos civiles de
las negritudes en EEUU.
En ese sentido, el conjunto del sermón del monte, tiene una riqueza y
profundidad que nos debe llevar a explorarlo y aplicarlo contantemente en
nuestras vidas.
A quienes va dirigido las bienaventuranzas.
El discurso tiene dos audiencias, en el versículo uno habla de las multitudes
( ver 1), pero en el mismo versículo; menciona los discípulos que se acercan,
este dato, no puede pasar a la ligera, ya que estos dos grupos, están
relacionados, con el compromiso, que se adquiere por la gracia en el Señor.
Durante el ministerio del Señor, encontramos tres grupos de personas, con
las cuales ÉL se relacionó, las multitudes, en las cuales desarrollo su enfoque
ministerial, donde se manifiestan los milagros, sanidades y también vemos a los
discípulos, que incluso en un sentido amplio, de allí llamo a los apóstoles y
el último grupo, los líderes religiosos, con los cuales tenia grandes
confrontaciones.
En el caso que nos ocupa, encontramos que el mensaje alcanza a las multitudes y discípulos, para Mateo, al
evocar la multitud, nos está direccionando al caminar de Israel en el desierto
y nos recuerda que igual que ellos, nosotros somos caminantes de la fe, siendo
el pueblo que tiene la esperanza puesta en su Señor.
Ahora bien; Es muy importante para la teología de Mateo, dejar claro que el
Señor Jesús; así como Moisés en el monte de Sinaí, recibió la ley, para
enseñarla al pueblo de Israel, Jesús, el nuevo Moisés, está transmitiendo la
enseñanza, que no es otra ley, sino la praxis de esta, pero ahora desde la
enseñanza de Jesús, verdadero Dios y Mesías.
No podemos avanzar en el análisis de texto, sin recordar la tradición de
los maestros, ellos se sentaban y de esa misma manera Mateo, no deja escapar
ese importante detalle, ya que lo que nos quiere mostrar es a Jesús, como el
maestro de la nueva ley, lo que en la teología reformada, entendemos como el
pacto de gracia.
Las nueve bienaventuranzas, son sin duda; una de las características de los
ciudadanos del Reino de Dios, en el capitulo cuatro de Mateo, nos presenta a
Jesús, predicando el evangelio del reino de Dios (Mateo 4:24), por lo tanto; no
solo en esta dimensión del Reino, Jesús habla de la manifestación de Dios, sino
que en los capítulos cinco al Siete, menciona la conducta de los habitantes del
reino de los cielos.
La lista de los bienaventurados está clara y
cuidadosamente relacionada, empieza mencionado a los pobres en espíritu, los
que lloran, los mansos, los que tiene hambre y sed de justicia, los
misericordiosos, los de limpio corazón, los pacificadores y los que son
perseguidos por causa de la justicia. (Ver 3-11).
Esta lista la debemos ubicarla en contexto, pero a la vez, pensar en la
transcendencia que tiene, si tomamos cada una de las declaraciones y las
llevamos en un ambiente social, eclesiástico e incluso familiar, podemos
percibir en ellas, que estamos hablando de una persona que tiene una vida centrada
en un principio muy alto y no en sus propias iniciativas.
Es precisamente esto lo que hace que la bienaventuranza, no pueda ser leída
desde nuestras propias fuerzas, como lo mencionó el reformador Lutero, quien
las comparo, a la ley de Moisés, como máximas del reino, que tenían como fin,
mostrar la limitación del hombre pecador, para cumplir las exigentes y justas
demandas del Dios santo.
Nace aquí, una reflexión que tiene que ver con el peregrinaje de la
Iglesia, somos el pueblo que se alimenta en la Palabra, que es verbo en la
persona de Jesucristo como lo define la teología Juanina, y que a la vez, nos
muestra la limitación humana, en la cual se perfecciona la gloria de Dios.
Ahora, el insumo de hablar de una comunidad podre de espíritu, es paralelamente,
lo contrario de lo que era, la autosuficiencia de la religión judía para
aquellos días. Recordemos que los que están allí, es una comunidad que al
escuchar la enseñanza de Jesús, el que viene de Galilea, el que no es de la
capital religiosa e histórica como Jerusalén, hace que la enseñanza, tenga una
relevancia diferente de las escuelas sacerdotales de la Jerusalén, donde la
comercialización de la fe, es algo que Jesús tendrá que confrontar
posteriormente, como lo muestra el mismo Mateo en el capitulo 21.
Las podres en espíritu serán dueños del reino, sin duda Mateo, tiene la
habilidad de hacer un paralelismo, sin mencionar la historia de los pobres de
Israel que vivián en Egipto y que el Señor los condujo por el desierto, para
darles la tierra que fluye leche y miel. Ahora bien, en el hoy, en la realidad
que vivimos, estos pobres, son los que podemos encontrarlos, en aquellos que
esperan de Dios la transformación de su realidad.
En ese sentido; la pobreza de espíritu es la que el Señor atiende y
restaurara en los que esperan su obra transformadora. En los que hoy, como
muchas familias del pueblo de Dios, espera un milagro del Señor, una
oportunidad, para que su dolor y a veces hasta miseria, sea cambiada por la
riqueza de Dios en sus vidas.
Pero luego, la enseñanza del Señor va a mencionar a los que lloran, en un
contexto de dolor, de desarraigo, de discriminación y humillación, ya que la
biblia, nos narra historias escalofriantes injusticia, que han llevado a
personas a perder la esperanza en la vida y en el peor de los casos, donde el
deseo de morir es la mejor opción que se encuentra.
El llanto, como lenguaje del dolor, como la voz, que no tiene contenido
fonético, pero que exclama en los mejores términos, el sufrimiento y que a la
vez, no se puede contener ante las fuerzas que le agobian. Es interesante,
analizar este tema del dolor, más desde una perspectiva bíblica y una lectura
de la fe.
Los que lloran hoy en la aldea terrestre son muchos, los casos de injusticia,
la pobreza mental y social que agobia los pueblos en desarrollo, las luchas por
igualdad, el no permitir que hallan ciudadanos de primera, segunda, tercera,
cuarta y quinta categoría, el deseo de ser vistos todos por igual, donde la
diferencia no se vea extraña, pero sobre todo, el poder vivir en una sociedad,
donde el amor y temor a Dios, se conviertan en principios inquebrantables, son
los que nos presenta esta bienaventuranza.
Es verdad, nosotros los latinos hemos llorado, hemos visto como en el caso
de Colombia, los campesinos han sido desplazados por los violentos, para apoderarse de la tierra, como el medio
ambiente ha sido destruido, por compañías que explotan el petróleo, el oro, la
esmeralda, y no importa contaminar los ríos que nutren a grandes extensiones de
tierra fértil para la agricultura y en el peor de los casos, los que han
llorado y pedido ser escuchados, como el malvado Acad, bajo influencia de
Jezabel, a ellos también los han asesinado para que no reclamen lo que es de
ellos.
Dios, en su gran sabiduría, tiene michas formas de tratar con su pueblo y
con las naciones, esta pandemia, ha mostrado que somos frágiles y temporales, y
que nuestro prójimo, soy yo mismo, que lo que le afecta a Él, me afecta a mi
también y que la solidaridad y amor, es lo que en Dios, nos permite estar de
pie, ante los desafíos que estamos viviendo y que se seguirán presentando en la
vida.
Ahora, el Señor le habla a los que lloran y les dice, que ellos son
consolados, Pablo, habla del Dios de toda consolación, que nos consuela a
nosotros, para que nosotros podamos consolar a otros. Dios nos ayude a llorar
para poder experimentar el consuelo de Dios.
Ahora los mansos, hacen parte de los bienaventurados, no es una ocurrencia
de la redacción de Mateo, que este en el tercer lugar, la furia de la
inconformidad ante las luchas de la vida, puede llevar a los hombres y mujeres
a rebelarse y caer en el deseo de cambiar las situaciones por sus propias
fuerzas.
Esa fue la experiencia que vivió Moisés, ante la injusticia de un egipcio,
que golpeaba a su hermano hebreo, su falta de dominio propio, la falta de
sabiduría y prudencia en la crisis, llevo a que asesinara al egipcio, pero que
no fue comprendido por sus hermanos hebreos. Dios se glorifica en su pueblo,
pero no a la manera nuestra, Él en su soberanía, tiene cada situación bajo la
lupa y en cada una de ellas se va a glorificar.
Los mansos, son los que pueden descansar en medio de la prueba en la
esperanza que Dios hará justicia, los soberbios son los que toman la
iniciativa, sin depender del Señor. Los mansos, son los que antes de levantar
su queja justa ante los hombres, van al oportuno socorro que es el Dios que les
brinda la fuerza para poder sostenerse en la gracia del Señor.
No son los valientes guerreros que poseerán la tierra, el profeta dice,
decidle al justo que bien le ira y que comerá el bien de la tierra, son los que
anteponen sus capacidades, para reconocer que no es con la fuerza de la espada
y del jinete que se gana la batalla, sino que es por la obra del Señor. Son los
mansos los que poseerán la tierra, gloria a Dios.
Los mansos, son los que pueden convivir en sociedad, que ante las
diferencias pueden aprender a encontrar el punto de encuentro e incluso, son
los que tienen a los demás, como superiores a ellos mismo como lo enseña el
apóstol Pablo. Los ciudadanos del reino, estamos llamados a ser de dóciles, que
no seamos un pueblo de dura servir, sino que nuestro cuello, sea fácilmente
quebrado.
Luego entonces el mensaje describe a los que tiene hambre y sed de
Justicia, podemos pensar un momento en la implicación de la justicia, la cual
hablando humanamente tiene muchos vacíos, ya que lo que es justo para mí, puede
ser injusto para el otro, pero tenemos que ver esta hambre de justicia como un
bien común, para Calvino, esta justicia, solo puede ser alcanzada, por la obra
redentora de Jesucristo en la cruz del calvario.
Pero, de ninguna manera, podemos dejar a un lado, que la justicia que esperamos
es la que hace que brille la esperanza en tiempos de la desesperanza, es por
ello, que, en todas las naciones, uno de los anhelos de toda sociedad
civilizada, es que en sus comunidades brille la justicia, con equidad social.
Entendiendo, que humanamente no hay justo ni aun uno, pero la justicia que
se proclama desde las bienaventuranzas es el resultado de la presencia
transformadora de Dios, entendiendo que en los tiempos finales, el Señor traerá
la justicia, en los cielos y tierra nueva, donde mora la justicia, gloria al Señor.
Ahora bien, la pregunta que nos debemos realizar es ¿cómo podemos los hijos
de Dios, ayudar en aquellas causas que contribuyan a la transformación de la
sociedad? En este sentido la iglesia Presbiteriana descansa en sus postulados
reformados, recordamos que somos una iglesia, que contantemente esta buscando
la reforma, ya que el espíritu de ella, nos lleva a mirar de manera profética,
los desafíos que se presentan en nuestros entornos.
Somos el pueblo que encuentra respuesta a la vida, desde lo que el Señor
nos ha dado por gracia en la cruz del calvario, a la vez, nos adentramos en un
continuo mover del reino, construyendo comunidad desde los redimidos, que han
alcanzado la misericordia del Señor. Es por ello, que la justicia que
anhelamos, tenemos la oportunidad en la gracia del Señor, de llevarla a la
práctica, por medio de la iglesia, que como la llamo Kart Barth, es la primicia
de la sociedad que el Señor perfeccionará.
Por lo anteriormente dicho; como cristianos y discípulos, igual que
aquellos que en el monte escuchaban las palabras del Señor, nos corresponde,
esforzarnos en la gracia de Dios, en sembrar actos de justicia, que glorifiquen
al Padre eterno en todas las cosas.
Los discípulos así lo entendieron, es por ello que, en el libro de los hechos,
los encontramos desde su brazo diaconal, buscando suplir las necesidades de los
que pasaban necesidades e incluso, cuando las viudas helenistas eran
desatendidas, ellos rápidamente buscaron la solución al problema, nombrando
aquellos hombres que los hemos llamados diáconos, sin dejar los apóstoles de
orar y predicar la palabra de Dios.
En ese sentido, los que aplican la justicia, deberán entender la
misericordia de Dios, porque la una, esta unida a la otra, cuando buscamos
justicia, tenemos que ver la misericordia unida a ella, desde una teología de
la salvación, ante la culpabilidad del hombre, solo queda que el juez y Señor,
extienda su misericordia, porque de lo contrario, no existiría la posibilidad
que nadie pueda estar de pie ante ÉL.
Es esa misericordia, la que el Señor proclama en las bienaventuranzas, y
que esta unida a los que tienen hambre de justicia, pero que también se
entrelaza y de manera magistral así lo hace Mateo, al configurar tres
bienaventuranzas, como es la lucha por la justicia, con la misericordia y el
corazón limpio.
Aquí amados hermanos, nos encontramos con la praxis del cristianismo,
estamos llamados a ser justos, y para que se pueda sembrar justicia, se debe
comprender la magnitud de la misericordia de Dios, porque solo, cuando
comprendemos cuan grande a sido ella, con nosotros, podemos entender que de la
misma manera la debo dar a los que están pasando dificultad o incluso, aquellos
con los cuales nos hemos encontrado en contravía en el camino de la salvación y
si podemos trabajar para ser justos en Cristo y a la vez, ser misericordiosos,
entonces este es un signo de lo que Dios ha venido obrando en el corazón de su
pueblo.
Que hermosa es esta triada, ya que con la aplicabilidad de la misma,
podemos ver hogares estables en sus relaciones, iglesias unidas en el propósito
con el cual el Señor les ha colocado y entonces el modelo, nos llevará a vivir
con un corazón que Dios limpia por medio de la palabra.
Una de las luchas que todos vivimos es aprender a mirar a Cristo en el otro,
podemos como iglesia, pensar solo en nosotros, o en los que son de nuestra fe y
gusto, está Cristo, pero realmente, ante la dimensión del llamado, ante la
multitud que esta allí escuchando la enseñanza, en el caso del sermón del
monte, necesariamente nos traslada a aquellos, que aun, como nos pasaba a
nosotros, están en la oscuridad del pecado (Entendiendo que todos somos
pecadores), pero que necesitan conocer la justicia de Dios, que obra en su gran
misericordia.
Ahora, concluyen las bienaventuranzas, con tres aspectos importantes en los
que sirven a Dios, el compromiso de luchar por la justicia, entendiendo esta
justicia desde le mismo mensaje del evangelio, nos lleva a tener el rol de ser
llamados pacificadores, esa es una de las tareas sacerdotales, comprender que
en las diferencias, los que tienen a Cristo, en vez, de alimentar la
diferencia, se esfuerza por encontrar el punto de encuentro, en la diferencia,
los que trabajan por la justicia, están llamados a ser pacificadores del Reino.
Pero, es aquí, donde nace un problema, que los que han seguido a Cristo
como Señor y salvador y buscan ser transformadores por medio del mensaje del
reino de los cielos, tendrán que necesariamente enfrentar luchas, las cuales
dice el pasaje, es enfrentar las persecuciones, las cuales, son generadas por
ser punto de referencia y buscar la armonía en las relaciones de las personas,
con Dios y entre ellas mismas.
Pero, dice el pasaje, que es bienaventurado el que padece, por causa de la
justicia de Dios y advierte el texto, que será grande el galardón de los que
han asumido el servicio al reino de los cielos.
Al aplicar las bienaventuranzas en este tiempo y ante la emergencia
sanitaria que viven las naciones producida por esta pandemia, podemos sacar las
siguientes conclusiones.
Primero, los hijos de Dios, que hemos asumido por la gracia del Señor ser
discípulos de Jesucristo, debemos mantener esa mentalidad de pobreza de
espíritu, con el fin de estar siempre listos para aprender y dejarnos
direccionar por el Señor en la Palabra de Dios.
Lo segundo, solo podemos ser agentes de transformación, cuando hemos sido
transformados, en ese orden de ideas, solo en Cristo, obtenemos entender el
llanto de los que sufren y movernos en la misericordia, implorándola para
ellos.
Solo en Cristo, comprendemos a los que anhelan justicia, porque nosotros
hemos experimentado la justicia del Señor y solo en Cristo, podemos enfrentar
las luchas que nos vienen, porque en ÉL somos fortalecidos.