domingo, 24 de enero de 2021

Tema Cuatro basada en el capitulo uno de Juan.

Llamados a ser discipuladores.

 

El evangelio de Juan nos sigue mostrando el desarrollo del ministerio del bautista, exponiendo a Jesús como el cordero de Dios. En el día de hoy, no lo presenta indicándole  a dos de sus discípulos, quien era Jesús.

 

Primero: Juan formador de discípulos.

 

Juan 1: 35-36.

 

35  El siguiente día otra vez estaba Juan, y dos de sus discípulos.

(Ver 35)

 

Resulta pertinente resaltar la manera como Juan ha desarrollado discípulos, su ministerio está directamente relacionado con formar personas que sigan y se comprometan con el mensaje del Reino de los cielos, en ese orden de ideas, también  nuestra labor es la formación de discípulos, haciendo de ellos seguidores de Cristo, a partir de la enseñanza que  damos, por medio de nuestro testimonio, a la luz de la Palabra de Dios.

 

Un ejemplo, que encontramos en el Antiguo Testamento, de buenos mentores, es  Moisés y Elías, estos dos varones, por la gracia de Dios, fueron utilizados para formar a Josué y Eliseo, quienes respetivamente fueron tremendamente utilizados por Dios, en sus respetivos contextos.

 

En lo personal, recuerdo con mucho cariño a mi pastor Elvio Cuero, y los ancianos Hernando Chávez y su esposa Alicia junto al hermano Argemiro Ortiz, quienes en mis primeros pasos de mi vida cristiana, no solo me dedicaron tiempo, sino que me inspiraron a seguir a Cristo y a comprender que Dios me había escogido para llevar la Palabra.

 

Nosotros hermanos, debemos recordar la gran comisión, la cual es hacer discípulos a las naciones como lo dice Mateo 28.

 

Ahora bien, para poder ser formadores de discípulos, se requiere invertir tiempo en ellos, como lo hacía Juan el Bautista, andaba con dos de sus discípulos.

 

Segundo El discipulador debe tener  la mirada puesta en el Señor.

 

(Ver 36)

 

36  Y mirando a Jesús que andaba por allí, dijo: He aquí el Cordero de Dios.

 

Note la manera como redacta el evangelio la escena de Juan el Bautista al ver a Jesús, dice mirando a Jesús,  no podemos hablar del Señor si primero no lo conocemos. Creo y sin duda es así, que la intensión del evangelio de Juan, al decir que Juan el bautista está mirando a Jesús, es darnos un ejemplo, de  mirar a Jesús, en todo lo que realizamos.

 

El escritor a los hebreos dice:

(Hebreos 12: 2)

 

2  Fijemos la mirada en Jesús,  el iniciador y perfeccionador de nuestra fe,  quien por el gozo que le esperaba,  soportó la cruz,  menospreciando la vergüenza que ella significaba,  y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios.

 

Como lo indica el texto, al mirar al Señor Jesús, estamos reconociendo que Él es quien inicia y edifica nuestra fe, ahora el apóstol  Pablo dice escribiéndole a los Colosenses:

 

(Colosenses 3: 1-3.)

 

Col 3:1  Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.2  Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. 3  Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.

 

El mirar a Cristo, es fruto del encuentro transformador con Él. Pablo menciona la resurrección obrada por el Espíritu Santo en la vida interior de los creyentes.  Fruto de ese milagro, buscan de Dios, en palabras de Pablo, las cosas de arriba, pero hace especial mención, donde esta Cristo sentado, a la diestra de Dios. Lo que puede inferirse como, busquen al Dios soberano y poderoso, haciendo que el creyente, no viva para los negocios de este mundo, ya que revestidos y transformados por Cristo.

 

En ese sentido, podemos decir que; para poder ser un discipulador en Cristo, debemos conocer primeramente al Señor para; influenciar por medio de la Palabra de Dios y el obrar del Espíritu Santo, en la vida de los nuevos seguidores o discípulos de Cristo. Recordemos que Juan el Bautista ve a Jesús y lo señala como el cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Llevando a que sus discípulos miren a Cristo.

 

Tercero el mentor habla de Cristo.

 

(Juan 1: 37.)

 

37  Le oyeron hablar los dos discípulos, y siguieron a Jesús.

 

Que interesante resulta la manera narrativa que el evangelio indica la manera que el Señor obro por medio de Juan el Bautista en los dos discípulos para seguirlo, el pasaje dice: “Le oyeron hablar los dos discípulos, y siguieron a Jesús”.

 

 El mensaje que transmitió Juan, está centrado en Cristo. Recordemos que cuando iniciamos esta serie de mensajes decíamos que ÉL vino como testimonio y para dar testimonio, de tal manera; que el centro de su mensaje, no está en Él, sino en el Señor.

 

El relato nos debe llevar a valorar y cuidar el mensaje que transmitimos, el cual, debe estar mostrando a Jesús, por medio de la Palabra de Dios, en ese sentido; nosotros para poder enseñar a Jesucristo, necesitamos centrarnos en las Escrituras y por medio de ellas, hablar de lo que es Jesucristo en nuestras vidas.

 

Siendo una de las bases de la doctrina de la Iglesia Presbiteriana reformada de Girardot, solo Escritura. Para nosotros los presbiterianos reformados es fundamental que la enseñanza y el discipulado se centren en Jesús y tenga  solo como base, la santa Biblia.

 

Más adelante el mismo evangelio de Juan, data el testimonio de la mujer samaritana, ella al ver como el Señor desnudo su corazón, fue a Samaria a decir que  había encontrado el Cristo, de tal manera, que,  los habitantes de aquel lugar,  fueron donde estaba Jesús y cuando regresaron le dijeron, ahora; no solo creemos por tus palabras, sino que nosotros también lo hemos visto.

 

Volviendo a los discípulos de Juan, note que ellos lo abandonan para seguir al Señor, en ello, podemos ver la manera como el mentor, solo es un medio para que sus discípulos conozcan al Señor Jesús. No hay interés de retenerlos, de hacerlos suyos, por el contrario, está interesado que ellos sigan a Jesús. Ya que los tutores, (discipuladores) no están formando seguidores de ellos, sino discípulos de Jesucristo y por lo tanto; su anhelo es que ellos sigan a Jesús.

 

Cuarto La intimidad del discípulo.

 

(Ver 38).

 

 38  Y volviéndose Jesús, y viendo que le seguían, les dijo: ¿Qué buscáis? Ellos le dijeron: Rabí (que traducido es, Maestro), ¿dónde moras? 

 

La pregunta del Señor a los seguidores es clara, ¿Qué buscáis? Esta misma pregunta, nos la debemos hacer en el día de hoy, ¿que buscamos al seguir al Señor?  Las intenciones de nuestro corazón, se convierten en propósitos que  motivan nuestra  vida.  El mismo evangelio de Juan señala a personas con  motivaciones egoístas y por ende equivocadas  al seguir al Señor.  

 

Juan 6: 26 Dice:

 

“Respondió Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis”.

 

Siempre debemos recordar que el Señor conoce las intenciones de nuestro corazón, las personas somos dadas a dejarnos impresionar, al respeto el apóstol Juan dijo:

 

(1ª Juan 2:15-17).

 

1Jn 2:15  No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. 16  Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. 17  Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

 

Seguir a Jesucristo, es un llamado a renunciar a todo lo que nos pueda apegar y alejar de ÉL. El mismo Señor dijo; “Nadie puede servir a dos señores” en ese sentido, no se puede ser discípulo, siguiendo al mundo, recordemos la historia de la toma de Jericó, cuando Acán, prefirió los lingotes de oro, que la obediencia a Cristo.  Debemos seguir al  Jesucristo por lo que Él es y no solamente por lo que Él nos da.

 

 

Volviendo a la pregunta realizada por el Señor a los que lo están siguiendo, ellos, manifestaron su curiosidad de conocer donde vivía, es la única vez, en todos los evangelios que encontramos al Señor llevando a personas, para conozcan donde mora. No hay muchos datos del lugar, se debe recordar que el Señor vivía en Nazaret y era conocido por los vecinos. De esta reseña que nos presenta Juan, podemos ver como el Señor abre su casa que representa lugar de intimidad, para que los discípulos lo conozcan. 

 

Dios, envío a su hijo, para que nos mostrará la casa del Padre, es más, ahora el Espíritu Santo, ha venido a ser morada en nuestra vida, hay un himno antiguo que dice: “y siendo tan sublime mi señor, mi pequeño corazón su templo es”.

 

El Señor en la cruz del calvario, abrió su casa, la cual es la casa del Padre, para que en ella, encontremos el gozo de su presencia y la manifestación de su gloria. Sin duda, la hospitalidad del Señor, es un reflejo de su misericordia para nosotros. Dice el pasaje:

 

39  Les dijo: Venid y ved. Fueron, y vieron donde moraba, y se quedaron con él aquel día; porque era como la hora décima.

 

Ellos se quedaron con Él, más allá que fueran las cuatro de la tarde, lo que los hace quedar, es la paz y bendición que se encuentra en la cercanía del Señor. Mientras la tarde avanza y se avecina la noche, en el corazón de ellos, empieza alumbrar la luz de Cristo, que cambio toda oscuridad y ahora se expanden a proclamar que han encontrado a Cristo.  Sin duda, lo que el Señor les hablo, transformo su corazón, ya que los encuentro con ÉL, transforma vida.

 

Conclusión.

 

El discipulado lleva a las personas a proclamar a Cristo

 

 40  Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan, y habían seguido a Jesús. 41  Este halló primero a su hermano Simón, y le dijo: Hemos hallado al Mesías (que traducido es, el Cristo). 42  Y le trajo a Jesús. Y mirándole Jesús, dijo: Tú eres Simón, hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas  (que quiere decir, Pedro).

 

Termina este relato mostrando a Andrés, quien le  testifica a su hermano Pedro, lo interesante de Andrés, es que no hay mucha mención de Él en los evangelios, pero, fue el instrumento del Señor, para alcanzar a Pedro, del cual, como todos los que leemos la biblia sabemos,  fue un hombre tremendamente utilizado por la gracia del Señor.

 

No dejando de mostrar el juego de las palabras dichas a Pedro, Jesús le dice tú eres Cefas (Caña sacudida por el viento) pero ahora se llamara Pedro (piedra, roca). Cuando el Señor obra en la vida de las personas, hay una transformación.

 

Hoy le puedo decir, que el Señor va obrar en su vida y lo llevara a cosas grandes en el nombre de Jesucristo.

 

Aplicación de este mensaje a nuestra vida.

 

1. Somos llamados a formar discípulos para Cristo.

 

2.  Para poder formar discípulos tenemos que tener la mirada puesta en el Señor.

 

3.  La intimidad del discípulo con Cristo, se refleja en que siempre está testificando de la obra del Señor en su vida.

 

 

 

 

 

 

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